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Toda nuestra vida está regulada por ritmos, ya sean interiores o materiales.
Las primeras cadencias que podemos considerar son las cotidianas: las horas que separan el día y la noche, los meses, las estaciones y los años.

En esta separación anual del tiempo se insertan los ángeles del nacimiento. Ángeles que dominan los distintos períodos del año y que nos traen como don algunas características, que nos ofrecen la posibilidad de empezar proyectos u obtener protecciones particulares. Sobre este punto tenemos que hacer una consideración.

Sabemos que la tradición bíblica nos ha transmitido únicamente los nombres de tres ángeles: Miguel, Gabriel y Rafael. Más allá de estos, las multitudes angélicas, aunque se mencionan en las Sagradas Escrituras, permanecen anónimas.
Contrariamente a la cristiana, la tradición cabalística que recoge el conjunto de los conocimientos esotéricos del misticismo hebreo, ha desarrollado durante siglos el estudio de las funciones y de los nombres sagrados de los ángeles.
Fruto de estos estudios son precisamente los nombres de los ángeles del nacimiento.

Cada uno de estos ángeles estando en correlación con el zodíaco, es "responsable" de cinco grados del propio zodíaco. Pero si los grados del zodíaco son 360, el año está subdividido en 365 días. 366 en los años bisiestos. En consecuencia nos encontramos, según los cálculos aritméticos, con un ángel menos.

Existen diferentes sistemas para hacer coincidir los setenta y dos ángeles con los 365-366 días del año. Los más utilizados son dos: la cuenta de las horas restantes que se distribuyen entre cada uno de los setenta y dos ángeles, y la atribución al ángel número setenta y dos de los últimos diez días del año.

El nombre de cada ángel indica el atributo divino del que este canta incesantemente las alabanzas: lo que nos da como don está en relación incluso con este atributo.

Los nombres de estos ángeles terminan todos en –iah, -ael, -el e -ie. Se trata de sufijos hebreos que derivan de los diferentes apelativos de Dios.

Resumiendo, podemos decir que los setenta y dos ángeles del nacimiento pueden transmitirnos su luz, dejándonos como don conocimientos y comprensión y ayudándonos en los trastornos y problemas cotidianos.

Hemos de señalar que estos ángeles tienen una labor de custodia global sobre todos los hombres. Además de presidir nuestros nacimientos, puesto que retornan cada año durante el mismo período, pueden ser interpelados para que intervengan en nuestro favor.

Así pues, podemos ponernos en contacto con cada uno de ellos, en el periodo correspondiente de regencia y en función de lo que nos parezca importante para nosotros y dirigirles nuestras plegarias, teniendo siempre en cuenta que no podemos pedir favores que puedan perjudicar el bienestar de los que nos rodean.

De hecho, estos ángeles también tienen como labor principal enseñarnos a estar en armonía con la esencia divina.

Por lo tanto, son para nosotros un instrumento de crecimiento, lo que nos ofrecen está relacionado principalmente con nuestro bienestar espiritual, aunque a veces pueden intervenir sobre problemas más materiales.